Biografía:
Nació en la ciudad egipcia Licópolis en el año 205 d.C. y empezó a estudiar filosofía con 27 años en 232 d.C. en Alejandría. Debido a que las doctrinas de sus maestros no le convencían, se hizo discípulo de Amonio Saccas (ca. 175 – 242 d.C.) el fundador de la escuela neoplatónica. Con 38 años se unió al sequito del emperador romano Marco Antonio Giordano III (225 – 244) para explorar las doctrinas de Persia y la India. A la muerte del emperador tuvo que iniciar su viaje de vuelta. Al tener 40 años se trasladó a Roma, en donde enseñó su filosofía y murió en 270 d.C.
Influencias:
Como neoplatónico, aprendió bajo Amonio Saccas (ca. 175 – 242 d.C.) trató de responder a los aspectos que les parecían incompletas de las doctrinas de Platón de Atenas (428/427 – 347 a.C.). También tomó elementos del Epicureísmo y el Estoicismo, como de la filosofía pérsica e india con su misticismo. Por último cabe decir que el neoplatonismo y la filosofía cristiana se enfrentaron al principio, aunque tiempo después el primero influyó importantemente en el Cristianismo .
Pensamientos:
Todo se compone de tres elementos: el Uno inconcupiscible, el Nous inteligible que emana de él y el Alma mundial que, a su vez, procede del Nous.
El universo y todos sus componentes (lo que es, el Ser) proceden de la emanación de lo “Uno” que es indefinido, Dios, bello, bueno, la unidad y que está por encima de todo (también del Ser y del no-Ser) o transcendente y fuera del alcance directo de la percepción o la razón.
El Nous (logos, espíritu) es el reflejo o la emanación del Uno que forma el mundo suprasensible (el Ser inteligible, las leyes universales, ideas, perfecciones), que se puede llegar a conocer (porque procede del Uno) mediante la razón que tiene el alma. De él procede el mundo sensible (el Ser perceptible por los sentidos) y el alma mundial.
El Alma del mundo contiene todas las almas individuales. Está entre la materia del mundo sensible y las ideas del mundo inteligible como causalidad física (la fuerza creadora de la naturaleza) de la que se originan los ángeles, los humanos, los animales, y, por último, la materia, que al ser lo más alejado del Uno es el principio del mal. El proceso inverso a la emanación (la purificación) conduce a la felicidad suprema del ser humano.